ABaC

¡Hola a todos! Soy Ivana, estudiante de medicina en la Universidad de Barcelona y, aunque mi futuro está en los quirófanos, mi presente está salpicado de aventuras gastronómicas que me hacen olvidar (momentáneamente) los libros de anatomía. Hoy vengo a contaros sobre mi última hazaña culinaria en el templo de la alta cocina barcelonesa: el ABaC Restaurant. Preparaos, porque esto no es solo una reseña, es una disección gastronómica en toda regla.

Cuando no estoy memorizando los huesos del cuerpo humano, me dedico a explorar los rincones más sabrosos de Barcelona. Y créanme, como futura médica, sé reconocer cuando algo es bueno para el cuerpo y el alma. El ABaC, situado en el número 1 de la Avenida Tibidabo, es esa píldora de felicidad que todos necesitamos de vez en cuando.

La historia de este lugar es tan fascinante como un caso clínico complejo. Nacido en el año 2000 en la calle del Rec, el ABaC encontró su hogar definitivo en 2008 en su ubicación actual. Y vaya si lo encontró. Al acercarme al edificio, la arquitectura moderna y elegante del Hotel ABaC me recordó a esos instrumentos quirúrgicos de última generación: precisos, brillantes y diseñados para ofrecer resultados excepcionales.

Cruzar las puertas del ABaC es como entrar en un quirófano de lujo, pero en lugar de bisturís, aquí se trabaja con cuchillos y sartenes. El interior, un capricho de blancos que haría palidecer de envidia a cualquier sala de operaciones, crea una atmósfera de serenidad y elegancia que invita a la contemplación. Los grandes ventanales borran la línea entre el interior y el jardín exterior, creando una sensación de espacio que me hizo olvidar por completo el estrés de los exámenes.

Ahora bien, hablemos del chef Jordi Cruz, el cirujano jefe de esta cocina de élite. Bajo su liderazgo, el ABaC no solo ha alcanzado las tres estrellas Michelin (el equivalente gastronómico a un Nobel en medicina), sino que también se coronó como Mejor Restaurante de Cataluña en 2011 por la Academia Catalana de Gastronomía. Estos reconocimientos no son mera decoración; se materializan en cada plato con la precisión de un neurocirujano.

Mi experiencia comenzó con un tour por la carta de vinos, una selección tan impresionante como el catálogo de un laboratorio farmacéutico de vanguardia. El sommelier, con un conocimiento que rivalizaría con el de cualquier profesor de la facultad, me guió hacia una elección que complementaría perfectamente mi viaje gastronómico.

El menú degustación es una auténtica clase magistral de anatomía culinaria. Cada plato es una obra de arte que desafía no solo la imaginación, sino también todo lo que creías saber sobre el gusto y la textura. Desde aperitivos que juegan con las temperaturas como si fueran termómetros gastronómicos, hasta platos principales que reinterpretan clásicos con un toque de genialidad digno de un premio Nobel.

Lo que más me impresionó, como futura profesional de la salud, fue la atención meticulosa a cada detalle. El servicio se mueve con la precisión de un equipo quirúrgico bien coordinado, anticipando cada necesidad antes incluso de que surja. El personal, tan conocedor de cada plato como yo de los músculos del cuerpo humano, comparte información que transforma la comida en una experiencia educativa digna de un congreso médico.

Para los comensales con necesidades dietéticas específicas (algo que aprecio enormemente como estudiante de medicina), el ABaC demuestra una versatilidad digna de elogio. Las opciones vegetarianas y sin gluten no son meras adaptaciones, sino creaciones propias que mantienen el mismo nivel de innovación y excelencia que el resto del menú. Es como si hubieran aplicado los principios de la medicina personalizada a la gastronomía.

El espacio del restaurante, con capacidad para 56 comensales, crea una atmósfera de exclusividad comparable a la de un quirófano de alta tecnología. La iluminación, cuidadosamente modulada, evoluciona a lo largo de la velada como si siguiera el ritmo circadiano del cuerpo humano.

Para aquellos que buscan una experiencia aún más exclusiva, el restaurante ofrece un comedor privado, perfecto para celebraciones especiales o para cuando necesitas un respiro de tus compañeros de clase después de un examen particularmente difícil. La terraza exterior, por su parte, proporciona un escenario idílico para disfrutar de la gastronomía al aire libre, algo que cualquier médico recomendaría para el bienestar general.

El prestigioso crítico gastronómico José Carlos Capel del diario El País describe el ABaC como "uno de los restaurantes más vanguardistas de España" [1]. Capel elogia la "cocina creativa y técnica" de Jordi Cruz, destacando platos como el "caviar de erizo con gelatina de mar" y el "foie caramelizado con maíz". Esta reseña confirma mi diagnóstico: el ABaC está a la vanguardia de la innovación culinaria.

En TripAdvisor, el ABaC mantiene una impresionante calificación de 4.5 sobre 5 estrellas, basada en más de 1,000 reseñas [2]. Un comensal reciente escribió: "Una experiencia gastronómica única. Cada plato es una obra de arte, tanto visual como gustativa. El servicio es impecable y el ambiente, sofisticado sin ser pretencioso." Esta opinión refleja perfectamente mi propia experiencia, como si hubiéramos compartido la misma mesa.

Las comodidades adicionales, como el aparcamiento disponible y el acceso para personas con discapacidad, demuestran una consideración holística por la experiencia del cliente que va más allá de lo culinario. Como futura médica, aprecio enormemente esta atención integral al bienestar del comensal.

Al finalizar la velada, mientras saboreaba un postre que desafiaba las leyes de la física (y posiblemente algunas de la biología), reflexioné sobre la experiencia en su conjunto. El ABaC no es simplemente un restaurante; es un laboratorio gastronómico donde la cocina se eleva al nivel de ciencia exacta.

Para el viajero gastronómico, o para el estudiante de medicina estresado que necesita un respiro gourmet, el ABaC Restaurant representa la cúspide de lo que la escena culinaria de Barcelona tiene para ofrecer. Es un lugar donde los límites de la gastronomía se expanden, donde lo tradicional y lo vanguardista se fusionan con la precisión de una cirugía láser.

Salí del ABaC no solo con el paladar satisfecho, sino con la mente estimulada y el espíritu elevado. Es un lugar que redefine lo que significa cenar fuera, transformando una simple comida en una experiencia multisensorial que perdura mucho después de que el último plato ha sido retirado. Para cualquiera que busque explorar las alturas de la gastronomía contemporánea, el ABaC no es solo una recomendación; es una prescripción médica para el alma.

Y para aquellos que, como yo, combinan el amor por la medicina con la pasión por la buena mesa, os dejo un consejo de futura doctora: haced vuestra reserva en listing.ezzytable.com. Porque, créanme, después de una semana de prácticas en el hospital, no hay nada mejor para el cuerpo y el alma que una dosis de alta cocina en el ABaC.

En resumen, si buscáis una experiencia gastronómica que cure todos vuestros males (al menos temporalmente), el ABaC es vuestra mejor receta. Y quién sabe, tal vez os encontréis a esta futura médica en la mesa de al lado, tomando notas para su próxima disertación sobre los efectos terapéuticos de la alta cocina en el estrés estudiantil. ¡Buen provecho y salud para todos!

  • Accepts Credit Card

  • Bike Parking

  • Covid Safe

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